miércoles, 25 de enero de 2012

En el dojo como en la vida...

En el dojo como en la vida, hay derechos que conllevan una obligación…

Tengo derecho a caerme cuando mis pies flaqueen; y la obligación de levantarme siempre… aunque sienta que no tengo fuerzas.

Tengo derecho a ser vencido por un oponente mejor que yo; y la obligación de vencer mi miedo y superarme a mi mismo día con día.

Tengo derecho a tener dudas; y la obligación de preguntar para no ser un ignorante.

Tengo derecho a fallar porque no soy perfecto; y la obligación de analizarme, encontrar mi error, reconocerlo, disculparme, enmendarlo y evitar que suceda de nuevo.

Tengo derecho a sentirme débil; y la obligación de no rendirme.

Tengo derecho a descansar de vez en cuando; y la obligación de regresar con más ánimos.

¿Aún crees que tu arte marcial no se puede aplicar a tu vida?


By Sanek Di Nerrot

Parábola del Do

Un karateka preguntaba a su Sensei (maestro que ha recorrido el camino): ¿Cuál es la diferencia entre un hombre del Do (camino, o senda) y un hombre insignificante?

El Sensei respondió: "Cuando el hombre insignificante recibe el cinturón negro primer Dan, corre rápidamente a su casa gritando a todos el hecho. Después de recibir su segundo Dan, escala el techo de su casa, y lo grita a todos. Al obtener el tercer Dan, recorrerá la ciudad contándoselo a cuantas personas encuentre."

El Sensei continuó: "Un hombre del Do que recibe su primer Dan, inclinará su cabeza en señal de gratitud; después de recibir su segundo Dan, inclinará su cabeza y sus hombros; y al llegar al tercer Dan, se inclinará hasta la cintura, y en la calle, caminará junto a la pared, para pasar desapercibido. Cuanto más grande sea la experiencia, habilidad y potencia, mayor será también su prudencia y humildad".

lunes, 16 de enero de 2012

En el Dojo

“Porque solo en el Dojo puedo ser yo, porque solo ahí los golpes se dan con amor y no con odio. Porque ahí no necesito una mascara, soy lo que soy… y nada más.”

En la búsqueda de mi mismo, he encontrado que tengo un espíritu muy escurridizo, me encuentro y me pierdo constantemente…

He estado en muchos sitios, sintiéndome parte de ellos, y equivocándome…

He estado en varias relaciones creyendo que será la indicada, y no es así.

Sin embargo, hay una cosa, de las pocas en mi vida, a la que no renunciaré tan fácilmente, algo de lo que me alejo de repente, sin embargo regreso con más ánimos. Las artes marciales.

Se han vuelto parte de mi vida, parte de mi filosofía.

Entre otras cosas, me he dado cuenta de que aunque soy un partidario de la verdad, a veces miento para no hacerme vulnerable; escondo tras una mascara de sarcasmo y humor negro mi verdadera opinión. Pero no es así cuando estoy en el dojo…

Cuando entreno, no existe nada más, ni verdad ni mentira, solo lo que realmente es… sin colores ni matices, todo es claro para mi… solo cuando entreno, entre sudor y cansancio, se quien soy, ni más ni menos.

Solo ahí, me siento como en casa… a veces, mejor que en casa.

Y como si de una religión se tratase, invito a los demás a compartir conmigo esa sensación, de estar vivo, no solo de respirar, de sentir y no pensar… de disfrutar, pese a que las apariencias dicten o sugieran lo contrario.

Más de una vez he llegado enojado, y mi enojo se queda ahí, con cada gota de sudor me despojo de mis penas, de mis problemas, mi ira…

Solo en el dojo me alejo de lo que soy, para acercarme lentamente a lo que siempre debí ser.

“Porque solo en el Dojo puedo ser yo, porque solo ahí los golpes se dan con amor y no con odio. Porque ahí no necesito una mascara, soy lo que soy… y nada más.”


By Sanek Di Nerrot